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SEXY GLAM
MAGAZINE - FEBRUARY 2016
austera, tenía sólo lo necesario
para que el viajero apurado y sin
dinero obtuviese lo que buscaba:
un lugar donde dormir, bañarse y
seguir.
Buscar historias para contar suele
ser un trabajo de tiempo completo
y lugares diversos. El oficio del
que investiga para difundir y co-
municar es, por lo menos, extraño
y solitario, y cuando el objeto de
investigación es lo oculto, lo miste-
rioso, lo que trasciende la frontera
de lo convencional, lo paranor-
mal, entonces el oficio se vuelve,
además, peligroso.
Jorge Donoso tiene cuarenta
y cuatro años, una licenciatura
en psicología y un posgrado en
parapsicología que obtuvo en la
Facultad Libre de Altos Estudios
Paracientíficos de España.
Él nunca ha sido bien parecido. Su
vida ha transcurrido entre libros,
bibliotecas, aulas casi desiertas de
estudiantes, y oscuros pasillos de
antiguos lugares. Sus aventuras
amorosas podrían amontonarse
en una decena de experiencias
fallidas y con mujeres que no se
destacaron ni por su belleza, ni por
su fogosidad a la hora de hacer el
amor, por eso, cuando golpearon
a la puerta de su habitación casi
franciscana en aquel modesto
hotel en las afueras de Chiapas
en México, lo último que esperó
ver parado frente a su puerta era
aquella morena de rostro joven,
senos firmes, generosas caderas
y dos piernas tan perfectas que
parecían columnas griegas sos-
teniendo algún templo pecaminoso
del placer.
Nunca se pudo enterar si por la
sorpresa de ver a esa mujer, por
lo inusual de la situación, o por los
hechos que luego se sucedieron,
las palabras se cortaron en su gar-
ganta y sólo pudo tartamudear una
especie de saludo que la mujer
pareció no oír.
El “Hola” que ella pronunció sonó
suave, sedoso, y destilaba una
sensualidad que golpeó cada
célula del cuerpo de Jorge.
-
¿Es usted investigador
paranormal? – preguntó ella –
El quiso decir “Así es” pero de
pronto le pareció muy formal. So-
bre la marcha pensó que un simple
“Sí” sería más apropiado y ter-
minó respondiendo un “Así sí” que
le robó una sonrisa a los labios
carnosos de la mujer con piel de
chocolate que tenía frente a él.
-
¿Puedo pasar? – le dijo
mientras adelantaba un poco su
cuerpo hacia adentro de la habi-
tación –
-
Sí, claro – respondió al
tiempo que rápidamente echaba
una mirada a su recámara desnu-
da de comodidades – Lamentable-
mente no puedo ofrecerte más que
una cama para sentarse, o esa
silla de asiento de madera.
-
La cama está bien para mí.
He venido hasta usted porque lo
he visto investigando en el sepul-
cro del Rey Pacal, y no creo que
usted sea arqueólogo, o historia-
dor. Lo oí hacer preguntas sobre
espíritus y voces que se oyen en
ese lugar, y creo que le puedo
ayudar a saber sobre ello.
Jorge Donoso no se imaginaba
cómo lo podría ayudar, pero el sólo
hecho de tener a la mujer sen-
tada en su cama impedía, por el
momento, cualquier elucubración
académica para dar paso al simple
placer de soñar la posibilidad de
una situación más íntima.
-
Me llamo Itzanami – dijo
a habitación era